Necaxa por: Alberto García Aspe.

Necaxa.
Por Alberto Gacía Aspe.
Fuente: Televisa Deportes.

Fue muy triste presenciar el sábado pasado el partido en que Necaxa descendió y ver a un equipo destrozado en todos sentidos.

Jugadores que nunca supieron a dónde llegaban y lo que necesitaban poner para salvar a este equipo. Un técnico desesperado y sin argumentos para motivar a los que estaban en el terreno de juego, y qué decir de la directiva ó más bien de todas las directivas que han pasado por esta institución en los últimos años y que llevaron a la debacle al equipo.

Recuerdo con mucho cariño la época que me tocó defender la camiseta de los Rayos. Llegué a Necaxa en 1991 proveniente de Pumas, luego del primer Draft que se realizó en México.
El vicepresidente con quien se negoció mi pase era el señor Jorge Vargas Diez-Barroso. El equipo en ese momento era de media tabla, pero la directiva quería llevarlo a los primeros lugares y deshacerse del mote de "desechos del América".

Ya había grandes jugadores como Nicolás Navarro, Ignacio Ambriz, Gerardo Esquivel, Alex Aguinaga, Ivo Basay, Ricardo Peláez y "Cuchillo" Herrera, por nombrar sólo algunos. Esta nueva era inició con Roberto Saporiti como técnico y al inicio nos costó mucho el entendimiento y trasladar a la cancha lo que quería el entrenador, pero para la segunda vuelta (entonces todavía se jugaban los torneos largos) el equipo empezó a jugar por nota.

El entendimiento se dio en todas las líneas y al frente comenzamos a tener una gran contundencia. En los tres torneos que dirigió Roberto Saporiti robamos la Liga, pero nunca supimos consolidarlo en la Liguilla.

Sin embargo, para la temporada 94-95 llegó Manolo Lapuente y reforzó la línea defensiva con Octavio Becerril y Eduardo Vilches, y el equipo consiguió un equilibrio entre la defensa y el ataque y comenzaron a llegar los títulos.

La directiva encabezada por Enrique Borja también hizo un gran trabajo enfocándose en los niños que siempre siguen a los ganadores (esos niños hoy son los jóvenes y adultos que le van al Necaxa) y fue un logro y un gran orgullo poder ver en una Final a más de 40 mil aficionados necaxistas.

Ese fue el Necaxa que me tocó vivir, un equipo donde había una unión impresionante dentro y fuera de la cancha. Enrique Borja se preocupó por lo familiar además de lo deportivo y Manolo Lapuente manejó perfectamente al grupo. Era una verdadera familia donde se buscaba siempre ganar, pero apoyando a tu compañero como debe ser.

Qué diferencia a lo que todos pudimos apreciar del Necaxa en los últimos años, para ser preciso desde que se lo llevaron a Aguascalientes, priorizando, (para variar) lo económico por encima de lo deportivo.

Es una tristeza cómo se terminó con una tradición y un equipo al que costó tanto llevar a la cúspide. Y lo más doloroso fue ver a esos aficionados llorar de impotencia por ver a su equipo descender.