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La epopeya histórica

Por Carlos Calderón

El 2 de febrero de 1961, en un torneo pentagonal, Necaxa saltaba a la cancha con Jorge Morelos; Larrazolo, Pedro Dellacha y Romero; Giacomini y "Fumanchú"Reynoso; Baeza, Alberto Evaristo, Dante Juárez, Guillermo "Chato" Ortiz y Agustín "El Yuca" Peniche. 

Una alineación memorable que no puede ser olvidada por los necaxistas de corazón y por aquellos amantes del buen fútbol. Jamás, un equipo jugó tan bien para vencer 4-3 a los gloriosos campeones de Sao Paulo que desarrollaban un fútbol superior, un futbol que solo podía jugarse en el cielo porque en la tierra parecía imposible; pues bien, para El Santos no había impedimentos, todo lo podían y lo hacían. Entonces, el triunfo necaxista, es de doble mérito, porque con empuje, coraje y con la camiseta cosida a la piel lograron humillar a "los enviados de Dios", a los grandilocuentes Santos y las acciones se desarrollaron de la siguiente forma:

El Necaxa salió a jugar de tú a tú, sin tácticas defensivas o el incesante peloteo a media cancha que en muchas ocasiones sirve para mantener invicta una meta. No, el Santos inclusive tuvo que remontar marcador no para ganar, sino para tratar de no perder. Era el minuto dos, cuando Peniche tomó el balón y se quitó en un palmo de narices a Dorval, Zito y Dalmo. Logró mandar el pase ante el embiste de este último y la tomó Dante Juárez, quien sin parar el esférico, así como venía, mandó un trallazo que abrió brecha por el pasto y se incrustó por debajo del portero Laercio. El estadio era un manicomio.

Juárez tuvo dos oportunidades más, pero las rechazó el poste que se convertía en un defensa santista. El primer tiempo le perteneció sin duda al Necaxa, que veía los rostros desesperados del Santos por empatar.

Al minuto 9, Dalmo fauleó a Peniche a las afueras del área. Evaristo cobró en una jugada hecha y se la puso como con la mano al mismo Peniche, que de cabeza ponía el marcador 2-0.

Santos, lastimado en su orgullo de campeón, arremetió con furia. Comenzó a jugar con sus famosas triangulaciones relámpago. Pelé, quitándose a dos, puso un pase alargadito a Pepe y este metió el esférico pegadito al poste, moviendo el marcador 2-1.

Los electricistas se fueron con todo y en un par de jugadas una de Juárez y otra de Evaristo, cimbraron la cabaña enemiga, pero ninguna fue anotación. La magia de Pelé, sin embargo, marcó de nueva cuenta el partido. Sirvió como en bandeja un pase filtrado a Coutinho y este sin más, anotó el del empate, pero el árbitro considerando un fuera de lugar anula el tanto y las cosas siguen en favor del Necaxa. La gente respiraba tranquila.

Pero el Santos estaba encima. Pepe manda un obús que rechaza Morelos. Dorval toma el balón y centra a Coutinho que vuela para rematar con la testa y anida el segundo para su causa.

Las acciones estaban de un solo lado. La gente en las tribunas se desesperaba, parecía lo mismo de siempre, ya se esperaba la goliza brasileña en la segunda parte.

Pero no fue así, el Necaxa salió para el segundo tiempo como si el triunfo dependiera la vida misma. Es el minuto cinco cuando Pepe está a punto de batir a Morelos quien con reflejos felinos logra tomar en sus manos la bola. Sirve a Dante Juárez y este filtra un pase preciso a Ortiz, quien con clase fina y suavemente coloca el esférico cruzando el portero santista y clava el gol que pone al Necaxa 3-2.

Santos como animal herido reacciona. Un cuadro mexicano no puede humillarlos así, claro que no. Con todo, sus estrellas atacan una y otra vez la cabaña defendida por Morelos. Pelé en una gambeta, pretende irse por la derecha cuando se forma una melé de jugadores. Dellacha embiste a la estrella brasileña y este cae conmocionado. Tiene que abandonar el partido con una luxación y un ojo morado. Santos furioso, juega a todo tren. El partido se vuelve tenso. Los golpes por debajo se suscitan con frecuencia.

Al minuto doce del segundo tiempo la furia santista domina la portería de Morelos. Romero para evitar la caída de su marco, mete las manos dentro del área y se marca un penal. Cobra Pepe que anota sin que Morelos pueda hacer nada. Las cosas se ponen 3-3.

Contrario a lo que se pensaría, el Necaxa se fue con todo lo mismo que el Santos, sin contemplaciones, ambas escuadras quieren ganar. No hay medias tintas, es el todo por el todo. En las tribunas los aficionados están a punto del soponcio, hay varios desmayados ante las férreas acciones que se dan en ambas porterías. Ahora ataca el Santos, ahora el Necaxa.

Es el minuto 20 cuando la gente entre afónica y delirante, verá concluidas sus aspiraciones: Baeza da un pase preciso a Evaristo, de éste a "Fumanchú" que se mete por el centro. Manda el balón a Dante Juárez quien se quita a uno y a otro, se mete como Pedro por su casa y se pone delante de Laercio y lo fusila materialmente. Es el 4-3 definitivo. En las gradas se ríe, se canta, se llora. Los aplausos no dejan de sonar.

El Necaxa, poseído por el público, sigue arremetiendo, mantiene en jaque a la portería del Santos que ya nada puede hacer. Los últimos minutos son cardiacos. Un cañonazo de Pepe anuncia que El santos no ha muerto, pero el silbatazo del árbitro dice lo contrario.

El Necaxa, en el mejor partido de su historia, jugando en plan de coloso, vencía al Santos de Pelé. Fue la gesta de un equipo que venía de malas temporadas y que por años, siguió con esa mala racha de no ganar un campeonato, ni tan solo un trofeo cualquiera. Pero sus aficionados, por años recordaron el triunfo sobre Santos. Cuando alguien hacía burla del Necaxa, de aquel Necaxa que permanecía siempre en los últimos sitios de la tabla, no había más que recordar que se le ganó al mejor equipo del mundo con todo y sus estrellas, con todo y Pelé para que todos se pusieran de pie y reconocieran con un aplauso la epopeya histórica de un gran equipo mexicano: El Necaxa.
Fuente: Mediotiempo

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