Opinión | Almendras para los de rayas

Por Toru.

No sólo les debemos una disculpa histórica a los participantes del grupo E del Mundial de México 1986 por llevarlos a jugar ahí. La ruina de Necaxa empezó sobre otra ruina: el Estadio Neza 86.

Necaxa era un equipo que veía el título con posibilidades reales, pero se presentó en el barrio donde los perros traen navaja para cometer agravantes básicas: jugar con desventaja (Marvin), recibir goles muy temprano en el partido (arrancando el primero y el segundo), una expulsión (Navarrete) y fallar un penal (Lojero).

Con los cuatro puntos anteriores casi cualquier equipo del mundo perdería un partido. Pero viéndole el lado bueno, si el Barcelona vendió millones de videos explicándole a los niños las medidas básicas para generar técnica y luego ganar un partido, yo podría comercial el Neza vs Necaxa para que los niños, con el maestro Ordiales, De Pinho y Marvin, aprendan lo que se debe hacer para no ganar.

Los del Estado de México son incómodos desde muchas perspectivas: su parado táctico que no juega ni deja jugar, pasando por las pocas ganas que dan de visitar su estadio, así como las complicadas vías de acceso a las cercanías de la Universidad y hasta por los policías que me pegaron por la espalda para invitarme a salir de su inmueble al minuto 88. No es de extrañarse que incluso ganando, no hubiese sido plaza de primera.

En Aguascalientes siempre es diferente, sobre todo en época de la Feria Nacional de San Marcos. La cantina más grande de México ofrece infinidad de atracciones para quienes vayan a ver al Necaxa, sólo le falta ofrecer un triunfo rojiblanco para que el paquete sea completo. Lástima que ninguna agencia de viajes lo incluye.

Las playeras de Necaxa caminaban confiadas por la Feria, como si los tres goles locales que tenían que caer fueran cosa simple, de todos los días. Debo admitir que empecé a creer más en una remontada cuando noté el entorno. Llegando al Victoria todo era similar: todos soñaban con el campeonato de los Rayos.

El Victoria se llenó por primera vez en el campeonato, como también lo hizo en aquellas finales contra Irapuato y León. Es una gran satisfacción ver a muchísimos niños enfundados en la de Necaxa, niños que quizá tenían 2 ó 3 años cuando el club llegó a tierra hidrocálida y hoy son la primera cosecha del gris paso necaxista por allá.

La remontada no llegó porque con tener el balón en los pies no es suficiente, quitarse la responsabilidad mandando un centro al recogepelotas no ayuda mucho. Al equipo, que salió con una alineación experimental en la final, no le iba a alcanzar porque sin un parado táctico mediano a nadie le es suficiente para obtener un título.

En Necaxa se debe tener memoria, porque luego se olvida. Es la obligación de los jugadores conocer y saber de la playera que defienden. En el estacionamiento del Victoria (sólo para jugadores y personajes importantes) se encuentran perfectamente estacionados varios BMW, un Cadillac, un convertible y varios autos de lujo, razones mínimas para buscar con más eficiencia el pase preciso o el recorrido inteligente.

Pero sé que algunos de mis jugadores intentan recuperar la memoria, por eso van a la zona de bares de San Marcos, para en compañía de un tequila recordar mejor. Por cierto, que la amnesia se expandió a la zona de prensa, porque la señorita que maneja las acreditaciones del club –quien por cierto debería pensar en casarse– olvidó que al Victoria van 5 mil cada 15 y trató a los medios como auténticos terroristas. Se le olvidó el respeto, la cordialidad y la educación.

Debo decirlo, los únicos con memoria son los de la seguridad privada del Victoria, los “Omegas” siempre son igual de intolerantes y burdos. No me dejaron ir al baño por seguridad de la afición del Neza, al final los comprendí, seguramente mi intención era atacar con furia a los 20 seguidores de los Toros que hicieron el viaje al Vicky.

Aguascalientes es una de las ciudades con más prosperidad del bajío, es uno de los lugares más seguros y limpios de México, hacen la mejor Feria del país y están por inaugurar su segunda planta ensambladora de autos para darle aún más fuerza económica a la región. Ahí, donde todo parece ser mejor, el destino de un querido equipo parece tener menos alma que nunca.