El drama en la historia del Necaxa

"La memoria es un presente que nunca acaba de pasar": Octavio Paz

Por Pedro Peñaloza

LA historia suele, cuando se recuerda, poner a cada quien en su lugar. Este es el caso del futbol de primera división en Aguascalientes. Aquí tenemos un ejemplo pedagógico y también grotesco, de cómo el futbol de paga es un vehículo para acomodar posiciones políticas, gastar dinero sin sentido y hasta para darle reflectores a los estúpidos.

Como se recordará, el Necaxa arribó a dicha entidad con un convenio entre el Gobierno local y Televisa. La administración panista se comprometía a facilitar todas las condiciones para el desarrollo y fortalecimiento de la infraestructura del equipo; y por su parte, la empresa televisora mantenía la hegemonía en la conducción del club.

La fórmula fue simétrica. El Gobierno panista colocó a sus piezas en la directiva y Televisa envió a su delegado, en este caso a Justino Compeán. Para el funcionamiento articulado del equipo, requerían de alguien que tuviera conocimientos futbolísticos y supiera conciliar humores e intereses, para lo cual contrataron a Alejandro Bocardo.

Con estos elementos el equipo buscaba afianzarse con la población hidrocálida, sin embargo la concepción integral del club empezó a fracturarse; primero, porque Compeán no es un hombre de futbol, es un publicista del balompié, por lo tanto lo que menos le importaba era la construcción de las fuerzas básicas y del perfil profesional y serio de los entrenadores de esa rama.

Durante el arribo del Necaxa, el candidato panista al gobierno, Luis Armando Reynoso, que representaba la bisagra entre el gobierno saliente y Televisa, era un hombre frívolo e ignorante. Estaba claro que su vínculo con el equipo era absolutamente utilitario. Para nada le interesaba abordar los circuitos internos del club.

Junto al desdén del enviado de Televisa, la torpeza del gobierno y la intervención del promotor Guillermo Lara, se creó un coctel ineficiente para los propósitos de generar enraizamiento en la zona.

A nadie le interesaba construir un proyecto profundo y multidisciplinario que diera éxito futbolístico, éxito económico y cohesión ciudadana. Bocardo, que era quien tenía una mirada mucho más profesional, fue poco a poco marginado por los complejos de Compeán y la pequeñez del representante del gobierno aguascalentense; de esa manera el viejo proyecto hizo agua.

Con entrenadores mercenarios -como Scatolaro, Esquivel, entre otros-, se cancelaron las posibilidades de conformar una escuela formativa y competitiva en las fuerzas básicas. Quizá, este elemento facilitó que el equipo quedara como un simple cascarón frente al proyecto original anunciado. Lo demás ya se sabe, descendieron, están de vuelta y hoy arañan su presencia en el circuito. Se pasó de un interesante modelo a un equipo del montón. Siempre es bueno recordar a sus enterradores. Sin memoria, hasta premiaron a Compeán. El mundo al revés.

Fuente: Esto