Necaxa no tiene memoria: El problema de los Rayos

Por Christian Moreno.

Quién iba a pensarlo, en menos de una década se derrumbó aquel sueño rojiblanco que comenzaba con la idea de continuar afianzándose en lo futbolístico, pero ahora respaldado por una afición que iba a sofocar al rival; Necaxa tendría nuevas historias que contar. Aquel proyecto ambicioso, millonario, pero sobre todo romántico en la historia de los Rayos se convirtió en una pesadilla.

Del potente conjunto que dominaba semana a semana la liga mexicana no quedan más que recuerdos y añoranza de los suyos. La actualidad del equipo rojiblanco es un cúmulo de problemas, con este oscuro panorama en el que Necaxa parece condenado a sufrir su segundo descenso. Por si fuera poco (y aunque algunos digan lo contrario) la política local posee gran influencia en la institución, la parte administrativa hace años que viene cometiendo una seguidilla de errores (normalmente sin precedentes) mientras de los dueños nadie sabe nada, salvo la indiferencia para con “su equipo”.

Sumado a esto, la afición hidrocálida no tiene el sentido de pertenencia de la idea genuina, un total error pensar que a los aficionados se les conquista poniéndole a un equipo de tradición en un estadio primermundista y un gran departamento de mercadotecnia, posiblemente puede funcionar los primeros meses y hasta algunos años, pero luego de 7 años ya no hay novedad y es cuando el buen fútbol y los resultados crean el arraigo. Hasta hoy, a Aguascalientes le cambiaron a sus Gallos y a su viejo estadio Municipal por unos Rayos que en muchas oportunidades salieron a jugar a la cancha del Victoria, pero dejaron en sus lujosos vestidores el coraje, el fútbol, y el corazón.

En Necaxa se hacen tan bien “las cosas mal”, que parece arte. La gente de pantalón largo tuvo como filosofía la anti-dialéctica más incomprensible y como era de esperarse el mal administrativo terminó por afectar los resultados sobre la cancha. Las incongruencias colectivas que se vienen dando en Aguascalientes son tan absurdas que parecen sucesos con total intención. Y es que aún cuando desde la playa se aprecia un barco hundiéndose, da la impresión que la tripulación a bordo no se ha percatado (¿intereses de por medio?).

Se fue Daniel Brailovsky, que dicho sea de paso su estancia en el club debía terminar de manera irrefutable, no existía argumento alguno que justificara la estancia del argentino en el banquillo, llegó Sergio Bueno y la situación no termina por ser la deseada por los rojiblancos.

La dirigencia que preside el señor Ogarrio nunca remedió un “chisme de lavadero” (o no quiso hacerlo) y Omar Arellano acabó en el puerto; es de sabios cambiar de opinión, pero para hacerlo hay que tener “pantalones”, ademá hay que entender que un problema personal jamás estará por encima de toda una institución es vital.

Luis Alberto Ogarrio trabajó para grupo Televisa y lo pusieron después una comida. En su momento, Javier Pérez Teuffer también trabajó en la televisora del periférico, y mientras el equipo se caía a pedazos era constantemente visto en la Capital de la República saliendo de caros restaurantes y conduciendo su auto del año. A Marco Antonio de Alba lo pusieron por decisión del entonces gobernador del estado hidrocálido, Luis Armando Reynoso Femat, quien para variar no terminó bien ni con el partido del que era militante ya que fue expulsado por ayudar a Carlos Lozano (actual gobernador) a llegar a la gubernatura del estado. Aunado a todos los problemas políticos se manejan deudas millonarias y rupturas entre Televisa y el Patronato de Fomento al fútbol de Aguascalientes, un mero circo dirigido por payasos.

La credibilidad del fútbol mexicano se encuentra lastimada, los intereses económicos se encuentran muy por encima de lo deportivo, los promotores velan por intereses que no benefician al balompié mexicano, y ya no se practica aquello de basar el éxito económico en el desempeño sobre el rectángulo verde.

La NFL es un claro ejemplo de una liga con organización, donde ningún dueño pierde un centavo, por el contrario, sus ganancias se incrementan según el desempeño de su equipo (razón por la cual buscan diferentes medios para llegar al triunfo). El espectáculo es impresionante y los fanáticos lucen encantados con este. Nuestra idiosincrasia crea una competencia pobre, donde todos buscan obtener el mayor beneficio aportando muy poco.

En Necaxa hace tiempo que no existe seriedad, hace tiempo que al club lo manda quien no debe mandarlo, porque finalmente, este torneo va a descender o quizá a salvarse con un milagro, pero es lo de menos ya que el futuro de los rojiblancos parece que no cambiará hasta que no cambien a quienes tiran las riendas. En Necaxa no hay memoria, jamás la hubo, pero si alguien llegara a tenerla, que recuerde que Necaxa es un histórico mexicano, que recuerde que Aguinaga, Basay, Navarro, Becerril, Herrera y algunos otros deberín estar ahí, pero sobre todo que recuerde que debe tener diligencia, gente con los blasones para estar en la institución, comenzando por directivos, cuerpo técnico, y pasando por los jugadores y hasta el utilero.

Fuente: Deportívoros

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