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Felices 95 años de vida para don Nacho Trelles

Es el único entrenador mexicano con tres mundiales dirigidos y siete títulos en el torneo local para forjar su leyenda

CIUDAD DE MÉXICO, 31 de julio.- Dice don Nacho Trelles que a sus recién cumplidos 95 años de edad la vida lo sigue sorprendiendo. Lo platica porque escucha la ópera Don Juan, cuando de chamaco no se hubiera interesado por la música que lo acompañará hoy en su cumpleaños. Así ha sido su destino, siempre sorprendiéndolo, llevándolo de la mano por derroteros que el tapatío no se hubiera imaginado.

Lo imaginamos sentado en el sillón, su lugar favorito siempre que contesta el teléfono. Motivado porque hoy cumple un año más, porque la lucidez a cinco años del siglo le permite perderse horas enteras frente al televisor, disfrutando el futbol en cualquier rincón del mundo. Así comienza a contarnos parte de su historia.

“Mi papá era ingeniero mecánico electricista y consiguió un trabajo en la capital en una fábrica que hacía uniformes. Vivíamos en Guadalajara y a los 10 años de edad nos mudamos para acá. Yo no sabía todavía de qué se trataba mi vida, veníamos en el ferrocarril y éste se detuvo momentáneamente en la calzada de La Verónica. Lo que se apareció en mi ventana fue el Parque España, justo cuando un jugador metía un gol. Nunca pensé que a eso me iba a dedicar.”

Y así, sin querer queriendo, el Flaco Trelles le fue tomando gusto al jueguito de la pelota que tanto molestaba a su papá. ¿Pero qué otra cosa podía hacer un chamaco que había llegado a una colonia (San Miguel Chapultepec) donde niños españoles, alemanes y mexicanos lo único que hacían era juntarse en el bosque a corretear el esférico?

Y una cosa lo llevó a otra. Un día su amigo Daniel le dijo “Flaco, vamos a probarnos al Necaxa de los Once Hermanos”. Daniel se probó de portero y el Flaco Trelles se puso detrás para regresar los balones. Daniel intentaba llamar la atención del técnico Gaspar Rubio, pero éste terminó por invitar a Ignacio. Entonces aclara el entrevistado que su amigo se llamaba Daniel Pérez Arcaraz. Sí, el mismo del Club del Hogar.

Así entraba Nacho al equipo juvenil de aquellos necaxistas que no creían en nadie. Así se soñaba como un futbolista de renombre, aunque siempre con el destino jugándole bromas pesadas.

“Crecí y jugué tres años en el Necaxa y otros tres en el América. Después me iría un año a la que sería la primera liga profesional de Estados Unidos, a jugar en un equipo de la colonia sueca en Chicago. Cuando regresé a México fui contratado por los Potros del Atlante y en el primer partido me fracturaron tibia y peroné. Ahí se acabó mi carrera.”

Don Nacho no se cansa de hablar sobre su época longeva como entrenador, desde su invitación a dirigir el Zacatepec (todavía con bastón por la fractura) hasta su época como personaje del Cruz Azul.

Dice que a su edad la memoria llega a fallar, que se le olvidan nombres de jugadores y resultados. Sin embargo, apenas se le pregunta sobre la Selección Mexicana y de inmediato comenta que “hubiera comenzado antes, pero el general Núñez se opuso a que fuera al mundial de Suiza”.

Y de sus labios sale el nombre de Guillermo Cañedo, quien le diera el espaldarazo para sentarse en el banquillo mexicano en el Mundial de Suecia 58 y conseguir con el Tri el primer punto para nuestro país en un mundial. También estaría en la primera victoria ante Checoslovaquia) cuatro años después en Chile 62. Su última aventura mundialista sería en Inglaterra 66, cuando también dijo adiós la Tota Carbajal.

Su relación con la prensa mexicana nunca fue fácil. “Por eso renuncié a México 70, porque dije que era imposible ser campeones del mundo y la prensa me atacó en serio. Tenía cuatro o cinco adversarios poderosos que ya se fueron de este mundo. Uno de ellos era Manuel Seyde, uno de mis queridísimos odiados.”

Sin embargo no puede negar que, además de ser el técnico con más partidos y triunfos dirigiendo al seleccionado mexicano, se convertiría en uno de los más polémicos.

“Son exageraciones. Dos veces me metí al campo. Una porque nos marcaron un penalti injusto y le aventé un balón al área chica justo cuando el rival iba a cobrar la falta. Me expulsaron.”

También recuerda con picardía cuando en un juego mundialista ante Brasil (Chile 62) se disfrazó de fotógrafo. “El Jamaicón estaba muy nervioso en el partido y un fotógrafo mexicano me prestó una de sus cámaras para poder acercarme al jugador del Guadalajara y calmarlo. Lo malo es que los rivales se dieron cuenta, me acusaron con el árbitro y éste me corrió de ahí.”

La noche más triste para Nacho Trelles fue un juego amistoso en el que Inglaterra “nos metió ocho goles”. Algo que no se le olvida, aunque la memoria le quiera poner trampas.

Lo que tampoco se le olvidará es aquel niño de 17 años y piel negra que se asomó en Suecia 58 para asombrar al mundo. “Me tocó verlo en su debut y desde entonces no he encontrado a otro que llene sus zapatos. Maradona y el argentino que juega en el Barcelona (Messi) se le han acercado, pero no es igual.”

Siempre hablará de aquella ‘palomilla’ que desaparece conforme sus integrantes desfilan al otro mundo. “Sólo quedan dos y me vienen a visitar de vez en cuando. Otro de aquellos amigos era (Juan) Arévalo Gardoqui, ex secretario de la Defensa Nacional”.

Hoy, don Nacho festejará sus 95 años haciendo lo que le gusta: “Escuchar ópera y mirar futbol por la televisión”. Argumenta que no se cansará nunca de observar futbolistas, más si se trata del balompié europeo.

“¿El Chicharito?, claro que lo veo, salió buenísimo. Si me pregunta si me hubiera gustado tenerlo en mi equipo, le responderé que a cualquiera le hubiera gustado. Le falta experiencia para quitarse los golpes, pero va muy bien.”

De la familia, responde que vive con su esposa Consuelo y su hija Leticia. Que los otros van a visitarlo de vez en cuando, como su hijo Lalo “con el que platico de todo, menos de futbol”.

Y de dolencias, sólo aquella en la rodilla. “Desde la fractura que acabó con mi carrera, me molesta la rodilla”, agrega un hombre sumido en sus recuerdos.
Fuente: Excelsior

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